Mi casa también tiene sus barrotes
Que la separan de la intemperie
Sus botellas de vidio enjarradas
Sus cámaras de vigilancia.
La sensación de protección deja un sabor violento como al hierro de la sangre.
En sus adentros los rituales de
Comer, excretar y respirar
Son imperiosos.
El cuerpo inconsciente los lleva a cabo y no titubea.
Mi casa también tiene sus ventanas,
Sus vistas a la mata,
A los carros abandonados,
A los postes de luz repletos como desbordando garabatos.
Al pasar de frente los transeúntes se preguntan qué hay detrás,
Detrás solo alguien que se pregunta lo mismo.
Mi casa también toma sus remedios,
Pastillas, jarabes, chochos, incluso reza, pide piedad,
Paz, calma
–todas las noches sin falta–
Para conciliar el sueño.