Llegué y mi padre acostado con su camisa del cruz azul. Mi madre dormida. Subí al techo donde me prendí un cigarro de mota. Pensé mucho que estar besándola tan cerca cuando nuestros cuerpos se penetraban casi por pura necesidad, su barbilla que alcanzaba apenas a notar se parecía bastante a la fisionomía de la anterior, y quizás a la anterior de esta. Las barbillas bien pudieron mutar en mi memoria pero los lunares me recuerdan muchísimo a los de la otra y los de alguna otra quizás aún antes, cuando miro su espalda y la encuentro no tan delicada y pequeña si no más bien incluso un poco tosca pienso que las espaldas de todas las mujeres con las que he estado son masomenos iguales y los muslos más-menos carnosos. Me debe gustar ésta más que por ella misma por como me recuerda a las anteriores y a mí mismo. El amor es un narcisismo terrible en el que desesperadamente buscas tu reflejo y terminas encontrando el de algunas otras.
Lunas
