A la escuela se va a… ¿aprehender?
Parece algo obvio, pero no lo es. Todas las personas llegamos a la academia por una u otra cosa, y nos quedamos por razones a veces totalmente distintas.
—¿y tú qué haces aquí?
—Pff…, pinche control escolar ¿no? Parece que les pagan por valer verga. Un documento pedorro que necesito para el trabajo ¿y tú?
—Para mi titulación. Es un pedo también.
—Sí, me imagino.
En el salón de clases los compañeros inquietos por saber dos cosas: cuándo terminan las clases y cómo serán evaluados. Muchas personas acuden a la academia buscando el conocimiento validado por un papel expedido, firmado, avalado, sustentado, financiado por trámites burocráticos pendejísimos. Finalmente este papel esperan les de relevancia ante su familia o la sociedad o alguna empresa que les pagará menos de 7 dólares la hora y ninguna o muy pocas prestaciones: sabemos de plano que no tendremos una jubilación, que nuestra vida después de sacar muchos 9 o incluso 10 con profesores barcos, o solo de veras muy malos para enseñar o, bueno al final de cuentas acomodados por amigos suyos de la academia, así tal cual las relaciones que creamos algunos otros en la institución, serán solo el jugo que les exprimamos para hacer (y vender) limonada agria.
A la escuela se va por las conexiones. Es más relevante en un país de amiguismos y poco trabajo. Conocer a alguien que esté o llegue a estar un poco conectado. Chupársela a los profes para conseguir unas migajas de su público o escenario. Quién es tan imbécil para quedarse más de 4 años en una escuela pública o peor tantito privada, quién realmente quiere un profe que te deje leer y reflexionar o que califique con participaciones o asistencias. Mejor alguno que ponga diapositivas o sus clases sean muy libres y no tome asistencias y no deje tareas o nada que leer muy complejo. Que no revise tareas. Que vaya cada que voy y cuando yo no esté no se moleste. Que de examen final me deje una reflexión sobre su curso. Que sus clases sean más que nada a veces ir a hacer una presentación o un proyecto creativo y con eso tener el 80% de la calificación. Eso sí es muy inteligente. Salir al mercado laboral a echarle chingazos con mi papelito impreso sobre piel de cerdo. O bueno ya ha de ser todo digital, como todo. Salir a pedir trabajo como alguna mamada que sí pague mas o menos o algo que pueda desarrollar una chaqueta de las que me hace pensar aprendí en la escuela.
Todos vamos a la academia por una mamada u otra: presión social, familiar, laboral, personal. Siempre hay algún baboso presionándonos y finalmente somos nosotros mismos. A tener lo que todos tienen, al menos la mayoría de las personas que conocemos de nuestra edad. A completar, a lograr un grado máximo de estudios. A sentirse muy docto, muy sensible y dedicado. A sentirse funcional para la sociedad en la que fuimos traídos. Para regresar todo lo que nos ha dado esta civilización llena de violaciones, asaltos, corrupción, censura, agresiones y discursos diametralmente opuestos que no podemos tolerar. Vamos a que nos (con/trans/de/in) formen y nos den unas palmaditas en la espalda o la choya, nos digan eso, buen chico, bien hecho, bien invertido tu tiempo. Algunos otros casi no vamos, pero seguimos este jueguito pendejo de hacer como que aprendemos y entregamos algo y finalmente pedir ese mismo papel del que renegamos tanto y tomar esas amistades (conexiones) que tomamos e ilusamente pensar que ahora sí somos distintos que cuando entramos, que somos mejores, que ha valido la pena.
